miércoles, 19 de marzo de 2014



a través 
de una voz sencilla 
sin alejarme demasiado 
del camino,
con la insistencia
de quien espera protegido
bajo el yerro sustento
de haber conocido
algunas mujeres piadosas,
ocasamente y despacio,
así mi rostro se desvanecía,
a expensas de señales 
de humo que indiquen 
un cambio de rumbo
a este corazón
propicio al desencanto.



quisiera 
callar las heridas
cuyos latidos 
no supe hacer memoria.
Con los ojos ardiendo
han ido transcurriendo 
los días voraces
desde el último temblor,
recordando por momentos
cada vez que te hablé
de un infinito utópico y vacío
todavía busco culpables
fuera de mi cuerpo.
Y son las mismas llamas
las que me señalan a mí 
como único culpable
de tu huida.



habríamos
de conocer los miedos
identificarlos 
entre las mujeres
separar sus partes
y pensar en
ellos
con labios aliviados.