viernes, 13 de mayo de 2016




quién nos dirige en este primer descanso
en la insufrible escalera hacia la eternidad
y sólo deja nuestras sombras.
A nuestro amigo, nuestro primo, nuestra hermana,
quién los olvida antes que nosotros 
sino los dioses violentos que creen que han sido ellos
siempre quienes han llegado primero,
en su vanagloria sobre todo lo portentoso.
Ten este ramito de claveles -vocean- aquí con su todo.
Un puñado de artificios hechos a la talla del recuerdo,
del poderoso cemento que te protege
del último rostro, el que duele para siempre,
que se parecía mucho al viento
cuando piensas en la posibilidad de olvido,
que no serán nunca carne de viento
mientras mantengamos viva la parte del corazón
con que se honra.
Lo cierto, en el mejor de los casos: que
no hemos de olvidar la poesía, que están jugando
con nosotros en este gran baile de máscaras
y esto no tiene ninguna gracia,
que la mujer a la que amas llora.