ante la primera mujer callé cosas importantes.
Siempre era otro el imperdonable,
el bochornosamente arrepentido, y siempre era otro
quien, huidizo, pisaba sus jardines a destiempo.
Apenas dos palabras cordiales y las dos para pedir auxilio.
Ha pasado el tiempo y este poema no es el mío.
Ha pasado el tiempo y algunas mujeres
hasta la mujer que ahora miro y quiero,
la que estas noches de verano me roba el sueño,
la que cuando insinúa que pronto volverán las musas
una semana es un vacío incontenible
y yo callo cosas importantes.