lunes, 30 de junio de 2014




aunque la razón a veces
se obstina en contra
de mis posibilidades,
siempre a la hora contraria,
mi corazón, que
siempre te buscó incansable,
que haciendo suyos
aires que no le favorecen
en ajenos caminos
de polvo y tierra
no cedió,
que lloró otras penas
y otras alegrías,
que sucumbió los corazones
de todos los hombres enamorados
en un incesante intento
por ser la otra parte,
ahora, ve madurar
el dulcísimo fruto
de la espera, y
esta tarde,
mientras piensa
en tus quehaceres
diarios,
en tu boca distinta
y planeada
para cada cita,
en tus ojos
de miel caliente
y en tu nariz de niña
buena conocedora
del tiempo,
mira al cielo,
y haciendo así con la mano
puede alcanzar
tu nombre
que es aire
y es ventaja.


domingo, 29 de junio de 2014




tras abandonar
el cotidiano estado
de su voz lejana todavía
y que si llega se queda,
cuando piensas y crees en ella,
porque sobrepongo este amor
a cualquier hora,
con los ojos entornados
ya casi entregados
al sueño preferido,
permanezco.



me mira y tiemblo. Su aliento, y tiemblo. 
Su inocencia, su ternura, su más que convincente 
seguridad, seguridad que transmite 
a todo lo que la rodea, 
pero tiemblo. Tiemblo porque me mira 
y cuando ella tiembla 
yo no puedo mirarla.
Tiembla la tierra de noche 
y tiemblan todos los gatos nocturnos. 
Las escaleras tiemblan, y los espejos. 
Tiembla la supersticción
en el punto más razonable
tiembla el aire, las adelfas, el poco dinero.
Cuando estamos juntos, temblamos.
Temblamos cuando nos despedimos hasta mañana
y en la mañana, con el primer saludo, temblamos.
¡Acostumbrémonos! porque aquí
nadie va a poder nunca sujetarnos.



en un intento de entender mi silencio
lo revelador de un cielo gris
que no ha arrancado
todavía,
en una tarde como esta,
cuando pienso en los poemas
que quiero escribirte,
en los papeles rotos
y en los abandonados con rabia
ante la resignación 
de la que se proclama
la tormenta más barbara.
Lo siniestra que resulta
la posibilidad de tener un sitio
para escribir al lado tuyo.
Y lo profundamente amoroso
de saber que, por ti,
sí abandonaría para siempre
la poesía.

jueves, 26 de junio de 2014




del amor dado
y del amor recibido
cuando más profundo dormían,
detrás de tus dos ojos negros,
un ratito a la hora de la siesta,
dos animalitos
salvajes que anhelan
ser testigos indirectos
de sus carencias.

miércoles, 4 de junio de 2014

19:33





vio 
pasar la tarde
sobre el tiempo que le queda
hablando de hierros blandos
y así ella lo creyó:

En el amor, un hombre bueno
con una confianza ciega
podría sucumbir al tiempo
a través de la fe.