miércoles, 17 de diciembre de 2014
hago como que duermo y tranquilizo
al corazón, así los impacientes demonios
de la espera no tiran de la cuerda.
Canalizo el éxtasis, lo identifico entre
toneladas de horrible pánico y lo calmo.
No me dejo soliviantar por el inconsciente
estado de reposo donde, único lugar de
mi imaginación cuando se deja guiar
por el cariño un hombre fuerte se prepara
para atacarme. Aquí ángeles y demonios
guardaron el mismo silencio y jugaron
en la oscuridad tan vilmente. Aquí anduve
pensando y aquí me he perdido.
Entiéndase que estoy solo pero dónde.
manan mis párpados cerrados
un olor a vieja ternura
cuando aún no me he acostumbrado,
cuando todavía no he asimilado
el último halago, y yazgo cabizbajo
a expensas de unos labios creíbles
que lo repitan. Debajo tuya,
pálido no blanco
círculo de buenas intenciones.
En el espacio de tiempo
que transcurre
entre que le preparas
una sorpresa y la siguiente.
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