martes, 16 de abril de 2019




semanas enteras he llorado
ante la cuna de mi hija recién nacida.

Desde su entramado de mimbre viejo y amarillento
me mira y no soy más que sombra de lo que lloro.

Una vida antigua donde todavía cometo 
improperio atento, con mucho menos propósito, 
contra el corazón de lo que de mí se espera.