viernes, 20 de febrero de 2015




uno despierta y el mundo es joven todavía.
Penetra una luz renovada por la ventana,
y conserva el aire
ese enigmático aroma de lo desconocido.
Vanamente te inclinas hacia el deseo
de que el mundo hoy no sea el mismo.
No estas preparado para otra muerte en las listas,
no estás preparado para el llanto rutinario.
Regresas sobre tus pasos.
Indagas en el sueño preferido
ignorando que también hoy lo encontrarás
en el herido corazón de los hombres.
Quisieras disponer de un vocabulario de auxilio
que pudiera entretejer aún algo de esperanza.
El dolor te presiente, y te sigue
en busca de la deuda que te reclama.