jueves, 10 de julio de 2014




tu forma de desnudar mi cuerpo 
es la forma que adopta 
   una lámpara 
                          en posición de defensa.
Parece que previamente 
hubieras ensayado 
            hasta el sofoco, 
como quien anda buscado 
un sitio para mí 
               lejos de la culpa. Dices te quiero 
cuando estamos desnudos
y la tarde abandona
          el poco tiempo que le queda
para transmutar
                                en conciencia limpia.


el doloroso placer de estar solo 
frente a la remota posibilidad 
de volver a ver 
a las personas que alguna vez 
dijeron que venían 
para quedarse.
Tan profundamente arduo 
a la altura de los mortales
como reconocer tuya 
la condena de no poder
escapar de las feroces
garras del insondable,
del inexplicable llanto
un sólo día.