he empleado toda la noche
en observar a un hombre al otro lado de mi cuerpo,
un puñado de huesos que se desmoronan,
que no va a suicidarse por ti,
y acaso lo haría por otro hombre
que sabe sostener en sus manos tu alegría.
Con un corazón oblicuo y unas alas penitentes
espera que no llegues tarde, que llegues,
que le muestres que eres tú y cómo
quien concede los deseos.