lunes, 14 de agosto de 2017
papá llama por teléfono a mamá
para preguntar por su hijo muerto.
Decenas, centenas, miles de personas
acaso oprimidas por un sistema que
hace creer que en cuanto a capacidad
de escupir el odio y la enemistad
todos somos iguales, que inunda nuestros
hogares de miedo y podredumbre, demostrando
que todas las cosas están compuestas
-¿y si no fuera así?- de dos polos, hacen brotar
la primera semilla de esperanza y esta llega
hasta la cama de hijo muerto, sueña con ellas
y las llama amigos. Mamá responde con una voz
gastada, se aprecia el cansancio de buscar
respuestas a las repentinas preguntas
de papá, pero es lunes a la mañana y aunque
al otro lado del teléfono nadie apreciará
el movimiento de unas manos que pase lo que
pase siempre estarán para amar, para que hijo
muerto no despierte todavía, mamá abre
la puerta del cuarto, muy despacio y, tras un
rápido vistazo, vuelve a cerrarla y respira:
un día más nadie como ella para ganar esta guerra.
Suscribirse a:
Entradas (Atom)