sábado, 25 de junio de 2016




mi corazón duerme la siesta 
a las puertas de tu casa y no saber dónde vives 
es lo de menos. Vuelvo a ser balcón florido 
con mis rejas recién pintadas y los niños saben 
que ahí no se toca, sobre todo sus amigos. 
Y de pronto despiertas, pero no me dices nada
y sales a caminar, oníricamente aturdida
y sola, hacia la tarde de verano.