lunes, 30 de marzo de 2015




mira qué tiernos son otra vez los hombres un domingo 
y qué dulzura cuando en una noche como esta 
me sumerjo en el dulce sabor de un cocktail tropical 
que nunca había probado, por no decir Te quiero a destiempo, 
mientras tú disfrutas un delicioso batido de fresa 
y me hablas de tu pueblo, todo esto testigo de nuestra amistad,
y vuelvo a ofrecer mi mano y reconozco la ilusión
como ilusión primera, como si hubiera olvidado mi pasado
o no supiera que tengo un pasado digno de olvido.



el séptimo día lo pasó llorando.
Habría descuidado el imprescindible hábito
de la valentía, e hizo cobardes a sus semejantes.

Ante una visión general de lo que él mismo creara 
lloró todos los hilos rojos y todas las leyendas,
y descubrió así que nada sería para siempre.

Dio a la mujer rojos y valientes labios sentencieros,
y olvidó el hombre el llanto frente a la -falso
consuelo- prometida compañía y abrazos verdaderos.

Quiso música, y lloró una canción de mar, arboles en flor.
Quiso poesía, y nos dio los poemas imperfectos.

Dijo eternidad y todavía le estamos buscando.