miércoles, 19 de noviembre de 2014



I

Decidme si sonríe
y si es ese mismo entusiasmo de curar heridas
así me ofreceré a la potestad del tiempo.


                Con la insistencia del señero amante la espero
róbenme mientras tanto los gestos elementales.


II

O proteged su delicadeza si vais a dejarla sola.




.



no, tú no eres
sino el osado instante exacto
de la no llamada y el no acantilado.
Tú no eres mi conciencia. Eres
la estrecha hendidura en el arrepentimiento 
y el falso testimonio, cuando más
necesito tu complicidad, de que no estoy herido,
de que ya no se ablandarán memorables
mis cicatrices porque ya estoy libre
de pecado y de recuerdo.

Aunque a la soledad le debes
una disculpa así lo nuestro no funciona,
y pienso en un castigo grave.


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