miércoles, 3 de diciembre de 2014
tan vulnerablemente y misteriosa
ahondas en la delicada manera
de cómo apaciguar la sed de mis conflictos,
tan complicado te resulta
descuidar el oscuro color rojo
en mis momentos preferidos
casi nunca en soledad,
que sabes
que nada es más rápido que el viento
y definitivamente dices
cosas muy bonitas de mis ojos
que además de asemejarse mucho
a la oscuridad cuando pasea
desapercibida por los callejones,
y a sabiendas
de haber escuchado recientemente
que estos ojos entornados
son los ojos del enamorado,
tienen que aprender a vivir
sin decir tu nombre.
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