en lo que dura la intensa
luminosidad de un relámpago,
bajo el ofensivo claroscuro
de un cielo nocturno y candente
que no será para tanto, doy
las buenas noches a mis
conflictos, a mi complicada
manía de entenderlo todo
como una ofensa contra mi
persona y me doy de bruces
con una voz, una voz que es
como tus ojos que se afanan
en aprender a domesticar
lo que en mi razón no cabía.