miércoles, 6 de junio de 2018




casi dos semanas después
soñé no sólo que los globos se me escapaban
de las manos sino que nadie sería nunca 
capaz de identificar el cuchillo antes de que doliera 
y nosotros estaríamos ahí para lamentar 
el error de los demás y busqué y busqué 
me gusta indagar en el significado de los sueños 
y resulta que leí que soñar un globo que se eleva 
en el espacio hasta perderse en la distancia 
es anuncio de que se frustrarán los deseos 
porque se acercan los fracasos en las actividades 
y salí de la piscina con las manos en la intimidad 
y el grupo de mujeres que siempre acude 
a las presentaciones en público de mis trabajos
charlaban cuidadosamente sobre lo fácil que 
es guardar silencio cuando tenemos miedo 
a decir adiós así que nadie me preguntó por ti
enseguida el agua dejó de chorrear y callé que 
mucho antes de que el hombre soñara con 
derrotas y desengaños yo ya estaba perdido.




viernes, 1 de junio de 2018




el jilguero colorín
que antes de tocar la rama
la rama mueve. Ser como esa rama.
Esa imaginación, o esa desventura.

A menudo los niños 
que aprendiendo a mirar están 
no saben cómo de tanta paz tanto alboroto, 
pero comprenden que si eso es la poesía,
entonces ellos jamás serán el poeta.

Dejarlo todo en manos de ese instante, 
de ese lenguaje que, aunque tan fácil parece,
más hermoso y satisfactorio será detenerse 
observar el ejercicio de lo hermoso.

Y la felicidad también se parecerá a eso: 
aprender el silencio de la comtemplación.
Decir jilguero con las manos limpias
de avaricia y luego derrota.




jueves, 31 de mayo de 2018




te me pareces 
al vaho de los espejos.
Tienes esa gracia 
del breve cosquilleo
de la gota de agua que, 
apenas te ha rozado,
pubis abajo después de la ducha, 
ya parece que tiene que irse. 
Y me preocupa 
tanto no saber a quién acudir, 
quién me llama cuando, 
lejos mis manos 
de aquella última humedad 
del sexo, tengo 
que serenar mi corazón 
y pensar, 
por los niños, 
en mañana,
que me siento en el suelo,
frío, y hundo la cabeza
entre las rodillas
y descubro 
que es hermoso
ese estar 
a solas conmigo.




miércoles, 23 de mayo de 2018




ríos poco caudalosos, arboledas
gigantescas de gigantescos olmos secos.
Por la mañana: «Yo he soñado contigo
y un bosque.» Puentes de barro que el tiempo
ha derruido y un grupo de personas 
intimidadas por la prisa por volver a verte.
«He soñado contigo» y cada cierto tiempo
compruebas que mantengan bien atada
la venda de los ojos.
Así, a tientas, entre tu poesía y la mía
habrán de separar cuánto de lo que ambos
queríamos decir es lo que dijimos de lo que
finalmente dijimos. Y la forma de decirlo.
Y si no nos comprenden, cariño, después
de lo de Chernóbyl, que el despertar sea
siempre así, ininteligiblemente provechoso,
a la manera del amor maduro.




miércoles, 16 de mayo de 2018




Aquello no era Chernóbyl pero casi.
El viento hundía tu cabeza violentamente
contra mis hombros / a punto de dar
la hora incorrecta en la estación vacía
—Todavía se puede escuchar el sonido
de los últimos trenes, —pensaba—
y nos permitía separarnos por que no
confundiéramos con una lágrima el agua
que de su misma perversidad emanaba.
—Subirás a ese tren, muñeco de trapo amante
de sinsentidos, recordarás que me has amado,
disfrutarás esos paisajes y escribirás el poema.
Algo desorientado y torpe en el andar me di la vuelta.
No te habías movido de tu sitio, qué viento
podría arrebatarte tu apropiada ocasión de florecer.
Y luego el diálogo de después y el frío, mucho frío.
Las montañas altas y sus cotas cubiertas por finas
neblinas que morían siendo dos en el paisaje
sin ningún rencor por la mentira.




martes, 1 de mayo de 2018




III

—Un cocodrilo, he olvidado su nombre,
fue capaz de morir y renacer numerosas veces,
cien mil, en concreto, y así había pasado los siete 
años de su vida; a modo de figura de piedra 

al frente del jardín de aquella familia mientras 
tú sueñas conmigo.

La ciudad se había inundado y a ti lo que te preocupaba
era el pasado de ese animal, y no tanto el hecho
de que fuera científicamente irracional a un cuerpo vivo
que muere seguir llamándolo vivo.

—Vistió siempre de blanco, cuando se desperezaba
tras su letargo grandes masas de polvos blancos extendía
a este y aquel lado del porche de la casa y a eso,
alguien como tú, seguramente lo hubiera llamado
relación sentimental.

Y yo aún no seguía tus pasos, de haberte comprendido
antes te hubiera convencido de que, aunque seguramente
no es un poema al uso, no a lo que estás acostumbrada,
realmente esto es un poema de amor.

Y tú a lo tuyo, cariño, ni palabras complejas utilizabas
ni declaraciones de que lo nuestro transcurría por buen cauce.
—Si miras abajo, decías mientras yo soñaba contigo;
—Si miras bajo el agua la sombra de lo que te atormenta
parece un tiburón a punto de devorarnos a los dos.




viernes, 20 de abril de 2018




Son las primeras horas de la mañana, 
decenas de gorriones, alegres y jocosos 
se detienen en uno y otro cableado,
cada uno porta el desayuno que ha elegido.
Si se mira bien puede apreciarse 
cómo la miga de pan se despeña, ahora 
el alimento está en territorio de todos.
A ojos más fáciles son migajas de lo que 
será el día de hoy. En el aire azul ocupan 
el lugar de las máquinas de guerra.
Podríamos ser como ellos.

Con sus cantos agudos me lo cuentan, 
y yo escribo el poema.




miércoles, 18 de abril de 2018




«Cada cual encontrará en la nube 
que adopte la forma del dolor que lleva.»
Te empeñabas en hacerme ver las cosas 
que en otra situación, tal vez por la soledad, 
quizá por el agotamiento yo hubiera creído.
Tenías esa facilidad para el diálogo.
«Grandiosos animales acuáticos
cruzarán el cielo de costa a costa.»

Y yo miraba al suelo, como el que busca 
las palabras de perdón de mamá o exhausto 
niño que busca la cremallera del pantalón 
y la encuentra y hace pipí en cualquier lugar, 
todo el rato al suelo. En mí conociste 
diversas maneras de agachar la cabeza.

«Cada cual encontrará en esa nube 
la forma del dolor que lleva. Antes de jugar 
con la imaginación recuerda que ni la infancia 
fue tan dura ni yo te abandonaré tan joven.»

Apenas habían pasado unos minutos 
desde que dejáramos atrás aquella habitación 
tan blanca y fría; alcé la vista y dije:
«Apuesto todo al resurgimiento, al nuevo día
de mañana. Pero si no vuelvo, recuerda este poema,
en él dejo instrucciones acerca de cómo aprender 
que cada uno tiene talento para la muerte 
en que prospera.»




domingo, 18 de marzo de 2018



Ahora llegará él, el hombre 
que no conozco; habrá dejado 
de llover o no. 
Traerá resueltas sus tareas, 
y querremos estar lejos o dormidos 
cuando arrastre hasta aquí 
sus teorías fundamentales
acerca de los contemporáneos 
de cómo los poetas reprochan 
a la vida haber contemplado tanto. 
Nadie diga que escribo mientras 
sucede / es pronto para saber 
lo que está a punto de ocurrir, 
y en la escala de desconocimientos, 
para con el otro, siempre yo primero.
Sé pocas cosas acerca de esta noche,
-escribo poemas a los que les falta algo,-
que estamos ante una estatua de bronce, 
ella mirándome como si estar 
a la derecha de un hombre todavía 
mereciera agradecimiento, como 
si nos hubiéramos encontrado antes, 
y él, a quien no mataré, a punto 
de no llegar para abrazarla, 
como unos pocos.

jueves, 1 de febrero de 2018




soy el hombre de las
montañas nevadas cuyos sentimientos
llegan a ser la parte estrecha de un pasillo,
que comprende que la enfermedad 
no entiende de quereres / río a carcajadas
porque nadie está tan solo. Salvo yo,
que me hundo en la miseria de los hospitales,
que aprovecho el llanto en las habitaciones 
contiguas para no escuchar mi vanidoso llanto. 

La parte del corazón que puede ser atravesada 
por la daga expuesta a los vientos del norte
calla vuestros nombres, de los que partisteis,
y del número de habitación donde la nieve
cae, avizor, mientras duermo o pienso
en el poema.




jueves, 18 de enero de 2018




Una casa que me es ajena, 
ningún amor como aquel mío, 
y una puerta y una tarea nada complicada: 
mantenerla cerrada a los recuerdos insolentes.
Y llaman, salvo una niña un niño y un 
tercero que viene en camino, ninguno hijo mío, 
estoy solo.
Más ajena por lo que conjeturo que fue 
la historia de esta casa que por lo divertido 
que me resulta observar jugar a dos niños 
a los que no conozco.

Llaman, quién persiste ahí. Me resisto a dejar 
entrar a un desconocido, que no es el demonio, 
que no es el amor que renace. 
Desde este lado puedo oler su cal viva. 
Que venga solo, golpeo como diciéndolo 
dos veces el suelo con la palma de mi mano.

Antes de que vuestro papá vuelva, niños, 
haré por sostener la poca vida del ahogado, 
a la altura de la boca, para que de los que un día 
me quisieron apenas el que está por venir 
se percate del exiguo peso de mi cuerpo, 
asustado, de rodillas.