es lo que nos devora cuando no sabemos
qué es lo que nos va devorando poco a poco
sin prisa
y sentimos el bocado / el aliento pegajoso
como el calor en los días de tormenta eléctrica
cristal intacto a expensas de un descenso
de la sospecha
de la sospecha
esto y la satisfactoria falta de la cotidianidad
de aquellos días grises en que ni volaba porque
estaba solo ni sabía mirar los ojos de la gente
que me quiere.