martes, 8 de julio de 2014




en el momento exacto
donde el sol más hiere,
noctámbulo, por ti, podría 
reponerme. Colocar esta espalda
dolorida de poca experiencia
en el lugar más cómodo
en esta cama de sábanas azules
que huelen a tu nombre y a tu edad, 
y escribir un poema nocturno.
Bajo las nubes más claras,
que no muestran su temperamento
sino para despotricar
contra un Jesús del desvelo,
a propósito, voluntario.
Donde el placentero sueño
y los caprichos de la espera
se conjuran, donde
acaso un día
no entregaré mis ojos
sino que seré los ojos
de todos los hombres
enamorados de un misterio.
Por ti, noctámbulo hasta los tuétanos.
Para que cuando vengas,
si estoy soñando, se entienda
que mientras escribía
te esperaba, y que
aunque ahora estén mis ojos cerrados
aquí sigo, para que
dejes tu nombre escrito
en la piedra más sola.
Cuando despierte, así, sabiendo
que ahora tú me esperas,
y te vea delante mía otro día nuevo,
pensaré en ti como mujer
por lo que me has traído.