miércoles, 7 de mayo de 2014
es decir, que fingimos.
Que nos estábamos engañando
desde el instante primero
hasta ahora, que antes dijimos digo
y ahora decimos Diego.
Que cuando decimos Diego
es porque ya no nos acordamos
de qué es lo que nos estaba doliendo,
que nos hemos distraído
y confundimos
el dolor con el mal, el mal
con la autoculpa.
Que fingimos
porque somos mentirosos
o porque nos duele, pero si es por dolor
no es fingir, es defendernos.
Que estábamos mintiendo
para defendernos de algún demonio,
y que ese demonio nos miente
mirándonos a los ojos
moviendo el rabo.
Y que un demonio
mientras mueve el rabo
nunca miente.
Suscribirse a:
Entradas (Atom)