jueves, 21 de agosto de 2014




demasiados recuerdos
que se rompen los cabellos
abriendo túneles
hacia la luz que elijen
cuando más dispuesto estoy
a mi oscuridad particular,
hacia las naranjas llanuras
de lo que era perfecto.
Rosa de mi pecho,
promesas de cuidado
cuando conservaba intacto
el imprescindible don
de enumerar
cada buen hábito
que se pierde junto
a un puñado de huesos
que se desmoronan.
Majestuosos naranjas acabados
dados a un adiós definitivo.
Inhóspitos lugares
en que se anhela
lo que nunca hubo de
pertenecernos,
donde solo un corazón
reúne coraje
para entrometerse.
Nadie podrá atestiguar
que he sufrido
si logro silenciar
las heridas.