seas tú quien me diga, como se dicen
las cosas que se dicen sólo una vez:
Sé por favor como el mendrugo de pan
que se entrega al hambre de tantos
días sin verte, la diminuta voz del colibrí
abatido al aire y vigila mi deseo, mi
deseo puro y constante y a este, sé tú
quien lo llame suspiro cuando se marcha
a gusto de todos, de todos los hombres
que viven en mí, y que parece ser
que, matinalmente, sólo tú has liberado.