sábado, 2 de agosto de 2014


si esos, los desfallecidos, 
los que manifiestan un cuerpo 
derramado sobre su propio eje 
totalmente izquierdos de si;
los involuntariamente infames 
víctimas terribles de la incongruencia 
de sus propios temores,
si no aseguran su espalda y yerguen
la ilusión al cielo sustentados 
por haber tocado, un sólo día, tu nombre,
si conocen tu nombre y lo esconden.
Si no gritan tu nombre 
cual si fuera la última tarde 
o una última oportunidad 
para decir te quiero, 
lo conocen los otros, 
los que vienen limpios; 
los que se han desprendido 
del temor y saben 
que sobre tu precioso
y bendito nombre que alabado sea 
valía la dicha y la constancia 
porque un nombre como el tuyo 
o solamente tu nombre 
no es modelaje ni tipo, 
y no quedará 
en el cielo una estrella 
que no conozca tu nombre.