domingo, 27 de abril de 2014
de repente todo parece
necesitar estar sujeto
a unas reglas elementales.
Amar como se ama,
llorar como se llora,
o escribir lo que sientes
siguiendo un mismo modelo
en toda tu obra. De repente
despiertas una mañana
en la que no sucede nada,
en la que nada puedes decir
que sea cierto
y en la que hasta la imaginación
sigue unas pautas,
pero la miras a ella,
a la niña de tus ojos,
y ves la libertad de dos
que se aman, y sabes
que llorar es llorar,
que amar es amar
y que escribir es escribir,
sin normas, porque
la libertad es posible.
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