si, como Aristóteles asegura
somos lo que hacemos repetidamente
no soy el amor,
no soy el placentero sueño y en vano
te nombré dueña del hombre que te ama.
No podré en cambio seguir siendo el animal,
la sombra chinesca en la penumbra
no soy el placentero sueño y en vano
te nombré dueña del hombre que te ama.
No podré en cambio seguir siendo el animal,
la sombra chinesca en la penumbra
para el disfrute de la infancia.
Sí el panorama del que escapan
tus ojos oscuros.