sábado, 25 de junio de 2016




mi corazón duerme la siesta 
a las puertas de tu casa y no saber dónde vives 
es lo de menos. Vuelvo a ser balcón florido 
con mis rejas recién pintadas y los niños saben 
que ahí no se toca, sobre todo sus amigos. 
Y de pronto despiertas, pero no me dices nada
y sales a caminar, oníricamente aturdida
y sola, hacia la tarde de verano.





viernes, 24 de junio de 2016




eres como lagarto al sol
en la piedra musgosa, rápida
y astuta en la mitad de tu espejo,
y puedo acercarme lo suficiente
para fotografiar el instante mágico
de la inesperada permanencia.








no tarda mucho 
en regresar Caperucita de hacer sus recados. 
Le gustan los detalles pero no es muy detallista, 
por eso no se recrea con el camino 
y no disfruta los animales. Sabe quién la espera 
pero no le da importancia a llegar tarde,
y es que ella no teme la muerte que nunca llega.
Así es la Caperucita de hoy, y así es, y
no esperéis que diga su nombre, frustrado, el lobo,
que no lo es tanto, que no morderá nunca
sino lo que teme: la carne agria de
otro abandono y otro olvido.