lunes, 26 de septiembre de 2016




sí, sé que la vida es hermosa, 
pero yo quisiera estar durmiendo 
un sueño largo, el magnífico
sueño de los espejos y de las 
arboledas grandes donde se 
duerme para que a uno le sigan
queriendo, donde se cuentan
los sueños por miedo a que se
cumpla o no la profecía. Dormir
un sueño largo, de los que sueñan
los hombres que tienen alas
que no han utilizado todavía, y
que abrir los ojos no implique
el llanto cotidiano.








quiero bajar
de aquí / no conozco la escalera
sólo la altura insoportable y
el irresistible vértigo / silencio que 
fingen las lenguas cansadas
de esperar su merecido / deleite
para gusanos y alcantarillas.







toso escombros. Una red, 
un tejido de sentimiento lúgubre 
me mantiene maniatado a la 
misma cama, hacia adentro de mí,
enfermo de mí mismo, donde 
antaño me deleité con lo que nunca
hubo de incumbirme, en este
otoño prematuro que en la noche 

larga palpa mis ojos con descuido 
nunca calla 
la felicidad de los otros.







a algunos les dolerá una mujer en todo el cuerpo 
pero yo tengo una poeta atravesada en la garganta 
una poeta que cuidar
de dónde y porqué vienes sola, le pregunto. 
De aquella guerra donde la carne es mirada dos veces, 
tu aspecto no me importa y la ducha
siempre está caliente, donde psicológicamente
después de todo el río sólo se tornará
oscuro y violento como cien hombres desenterrados
el día que dejes de quererme.








qué somos pregunto
sino una sucesión de órdenes
mal dadas al corazón,
cuya ininterrumpida labor
consiste únicamente
en mal identificar el cuchillo
que nunca nos mata del
todo.








estar casi vivo, ser agua
estancada / despreciada
por la corriente
ser ahogo, vacío, nada.