sábado, 17 de enero de 2015




golondrina sola
de invierno en una rama
entre los pinos musculares
de mi cuerpo no te vayas,
vasto jardín de la espera 
no te mueras, que el insensato
adolescente es peligroso,
y es el espejo que rompe mi carne.

Cuánto daría él a propósito
de salvarla. Cuánto daría por ella
dime, cuánto a propósito
de curar sus heridas
que todas mis cuerdas son cortas,
que hacia la puerta de su casa
mi voluntad declinada
preparada al desamparo vaga
y, siempre nocturna, ya
ni su gato nocturno me consuela,
no valgo nada.