le digo que se marche. Márchate paloma
resquicio de su amable temperamento que el tejado mío es frío,
que el oscuro cielo del que me han dotado es inseguro y pesa y se derrumba.
Conoce la verde colcha enfermiza y te mira mujer muñeca de trapo.
Le sirve la luminosidad de tus ojos grandes al fin de cada pacífica tarde
en que pienso en ti, cauta, y en la astuta rigidez de las ramas del cariño.