despiertas, y buscas un dote
de satisfacción completo cuando necesariamente haces gala
del paso ineludible de tus días, siempre sin un resultado objetivo.
Despiertas tus ojos, los preparas hacia al desesperado encuentro
con la trágica y real historia de tu suerte, que es de todos,
y todo es derrumbe y se hace más hondo cuando falta la palabra.