la avispa inocente que se nos ha colado
ignorando lo que tenemos, como si lo nuestro
fuera mejor que lo suyo.
Amarilla inteligencia y negra desesperación.
Y mi madre, la mano amiga, la que sabe
a quién acudir y también quién la llama,
que todos son hijos suyos
y que extiende una servilleta, y la deja subir.
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