yo quiero ser
limonero.
Quiera dios que no me entierre nadie.
Que suenen las campanas antes de la hora
pero que no me entierren. ¡Por favor no quiero!
Yo no quiero que me coman los gusanitos verdes.
A mí quemadme como se quema el último cigarro
que quiero servir de abono
a un puñado de arbolillos frutales.
Yo quiero ser limonero, que no me entierren.
Que me oigan los cielos y que no me entierre nadie.
Que cuando sea un limonero viejo
jueguen y canten los niños a mi vera.
No enterrarme. Ponedme un cartelito que diga:
Aquí yace un corazoncito bueno
antes gris oscuro y ahora exquisito ácido para la
vista.
Yo quiero ser limonero y dar color a tu vida.
Que yo fui un barquito de papel, yo fui
la cocinita de la niña y su monigote de plastilina
y no me dejaron jugar
por miedo al horrible frío que desprendía mi
cuerpo.
¡Que no me entierren! Que caiga la luna
y el agüita del rocío sea solamente mía
enjugando mi alma de poeta abochornado,
y que en las luces más tempranas de cada día
miréis sin remedio cómo me regocijo entre vuestras
sonrisas,
esas sonrisas que un día quisisteis compartir
conmigo
y que yo no supe hacer mías.
No sintáis lástima, que sé qué significó la lástima
en mi vida. Ahora, me retiro, y recordad:
¡Yo quiero ser limonero!
No hay comentarios:
Publicar un comentario