domingo, 27 de julio de 2014



poseen esas vidas
de colores diferentes a la mía
que en la noche, sólo en esta noche 
si previamente hubiéramos solicitado 
un poco de cariño. Cruzan. Cruzan los hombres 
que andan perdidos, los que no confían ya 
en hallar su camino, y los abatidos, y los miserables, 
los llenos de sinrazón y los que no desisten 
porque si una sola vez han conocido el amor 
este les oprime la vena por la que corre
la fuerza con la que se abandona.

Cruzan. Desde algún lugar, me amas, y lloro, y suspiro.
Porque podrías estar conmigo
y yo no supe adelantarme al tiempo.

Pero cruzan también
los más enamorados, los hombres prodigio,
los que te devuelven la sonrisa más convincente
y los que bien disimulan si soy en toda la plaza
el único joven con un bolígrafo en la mano,
y a tientas, a solas, quizá les pique el gusanillo
de si es mi vida o la de ellos la que escribo.

Difusa, entre las ramas del cariño
cuando se halla en modo ascendente,
una figura de mujer, casi lejana,
como si fuera la tuya,
y un ligero aroma a tu cuerpo.

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