miércoles, 26 de noviembre de 2014

LA SANADORA



al regresar una noche
de mi acostumbrada manía
de pasear arrogante y solo: 
-¡Le queda poco tiempo a tu locura!
me decía, luego de un rato en la cama.
Mas con la manta al cuello
y los pies helados
podía oírla, pero no la veía, a ella,
la del nombre que es aire y es ventaja.
-¿Has vuelto a tener pesadillas?
¡Le queda poco tiempo a tu inexplicable llanto!

Y apenas ya puede distinguirse en la penumbra
mi cuerpo asustado y de rodillas.

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