manan mis párpados cerrados
un olor a vieja ternura
cuando aún no me he acostumbrado,
cuando todavía no he asimilado
el último halago, y yazgo cabizbajo
a expensas de unos labios creíbles
que lo repitan. Debajo tuya,
pálido no blanco
círculo de buenas intenciones.
En el espacio de tiempo
que transcurre
entre que le preparas
una sorpresa y la siguiente.
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