si ahora me veis alegre, contento, dichoso,
tomadme amorosamente distraído,
y si en mi rostro apreciáis notable felicidad
sabedla mujer a la que amo, que no creo
que hay en la vida de un hombre cosa más justa
que mostrar a su prójimo la posibilidad
de seguir el camino que le dictan sus ojos.
Mas guardad silencio y dejadla
en su apacible rincón donde descansa
junto a la nueva condena a que me expongo,
que es mi libertad elegida,
mi obstinación, mi pasión primera todavía.
No hay comentarios:
Publicar un comentario