una mañana que despertó
con la inquietud de un niño que sabe
que hoy no sale a jugar
porque alguien ha prendido
fuego al cielo
y a diferencia de los días iguales
es otra la falta de lluvia
y de esta penderá
a partir de ahora de un hilo
y admiré los modos de hundirse
como si estuviera sola
aprendí a lamentar sólo lo irreparable
porque ya hubieran querido
pasar por esto aquellos temidos galeones.
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