martes, 1 de agosto de 2017




el canto agudo del saltamontes común 
los atardeceres de verano me invita a apagar
el televisor, a acercarme a la puerta de la casa
y arrimar el oído, ahí permanezco largo rato 
en silencio, sólo escuchando el reclamo 
a la hembra. Enseguida intuyo que debe estar
posado en la varilla de la cortina
e inmediatamente invoca mi infancia. Algunos
dirán que ni fue tan dura ni queda tan lejana.





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