martes, 1 de agosto de 2017




tenía veinte años, como Roberto Bolaño,
me gustaban las noches de insomnio 
porque estaba enamorado; salía a la calle 
y encendía un cigarrillo. Lo siguiente 
era mirar al cielo, y ahí, a la derecha 
de mi casa, en ese oscuro sortilegio
lugar de difuntos y polvos blancos,
estaba la luna.





No hay comentarios:

Publicar un comentario