Aquello no era Chernóbyl pero casi.
El viento hundía tu cabeza violentamente
contra mis hombros / a punto de dar
la hora incorrecta en la estación vacía
—Todavía se puede escuchar el sonido
de los últimos trenes, —pensaba—
y nos permitía separarnos por que no
confundiéramos con una lágrima el agua
que de su misma perversidad emanaba.
—Subirás a ese tren, muñeco de trapo amante
de sinsentidos, recordarás que me has amado,
disfrutarás esos paisajes y escribirás el poema.
El viento hundía tu cabeza violentamente
contra mis hombros / a punto de dar
la hora incorrecta en la estación vacía
—Todavía se puede escuchar el sonido
de los últimos trenes, —pensaba—
y nos permitía separarnos por que no
confundiéramos con una lágrima el agua
que de su misma perversidad emanaba.
—Subirás a ese tren, muñeco de trapo amante
de sinsentidos, recordarás que me has amado,
disfrutarás esos paisajes y escribirás el poema.
Algo desorientado y torpe en el andar me di la vuelta.
No te habías movido de tu sitio, qué viento
podría arrebatarte tu apropiada ocasión de florecer.
No te habías movido de tu sitio, qué viento
podría arrebatarte tu apropiada ocasión de florecer.
Y luego el diálogo de después y el frío, mucho frío.
Las montañas altas y sus cotas cubiertas por finas
neblinas que morían siendo dos en el paisaje
sin ningún rencor por la mentira.
Las montañas altas y sus cotas cubiertas por finas
neblinas que morían siendo dos en el paisaje
sin ningún rencor por la mentira.
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