desilusión tras desilusión se ha ido forjando
una vida desagradable para cualquiera.
Le acostumbraron a aprender por sí sólo,
y aprendió a querer lo que no le pertenecía.
Le dieron a beber de la fuente del amor
cuando, ni tenía sed, ni amar sabía.
Candelita le llamaba Jesús, y él, sin ganas,
pero con poco que perder, obedecía.
¡Más amor! Y aceptó nueces por habas
sabiendo que todo era mentira.
¡Más amor! Y hasta los gatos se cruzaban
de acera, y mientras murmuraban, se reían.
Desilusión tras desilusión se ha forjado una vida,
desagradable para cualquier hombre en la tierra.
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