lunes, 18 de noviembre de 2013




desilusión tras desilusión se ha ido forjando
una vida desagradable para cualquiera.

Le acostumbraron a aprender por sí sólo,
y aprendió a querer lo que no le pertenecía.

Le dieron a beber de la fuente del amor
cuando, ni tenía sed, ni amar sabía.

Candelita le llamaba Jesús, y él, sin ganas,
pero con poco que perder, obedecía.

¡Más amor! Y aceptó nueces por habas
sabiendo que todo era mentira.

¡Más amor! Y hasta los gatos se cruzaban
de acera, y mientras murmuraban, se reían.

Desilusión tras desilusión se ha forjado una vida,
desagradable para cualquier hombre en la tierra.

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