sábado, 1 de noviembre de 2014



es al pensar en ti
cuando pierde la realidad
todo su temperamento, cuando 

puedo fantasear el mundo
que estamos tocando, 
que ya no se afana en doblegarnos,
cuando te siento cómoda en mi memoria
y llevas las riendas de todos mis pensamientos.
De repente no estoy secando
tus lágrimas unas semanas atrás
porque tú nunca me has llorado.
Como pertenencia o como libro de bolsillo
eres mía y sólo tú, dices algo,
astuta, para que me arrepienta.
Por un momento y a fin de cuentas
he perdido los tres miedos principales:
Perderte, no saberte cuidar,
que logres en otro hombre lo que
sabes que un niño nunca podría darte.

Y es al pensar en él,
en ese hombre que tal vez sostiene tu alegría
como alegría de tierra olvidada
cuando llueve, que despierto,
que todo es demasiado real
y ya no quiero desmentirlo.

Ahora el mal herido se desvanece
junto a un puñado de huesos
que se desmoronan,
y con ellos su calma,
sus proyectos,
todas sus ideas, su sosiego.

No hay comentarios:

Publicar un comentario