miércoles, 11 de noviembre de 2015




5 de noviembre. 

A las dos, me como una sopa. A las tres y media cojo el autobús y lo primero que hago es anotar la hora en que me siento en ese incómodo sillón azul. Alrededor de las cuatro de la tarde todavía faltan tres horas para la presentación y no sé qué hacer, así que busco un bar donde no sé qué espero con mi ilusión de cada día. Me siento pez en el agua, pero un pez aturdido que buscara refugio en el vientre de un pez mayor, a expensas de qué, pregunto, y no me contesto. El resto de la tarde está muy difusa todavía.

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