jueves, 1 de febrero de 2018




soy el hombre de las
montañas nevadas cuyos sentimientos
llegan a ser la parte estrecha de un pasillo,
que comprende que la enfermedad 
no entiende de quereres / río a carcajadas
porque nadie está tan solo. Salvo yo,
que me hundo en la miseria de los hospitales,
que aprovecho el llanto en las habitaciones 
contiguas para no escuchar mi vanidoso llanto. 

La parte del corazón que puede ser atravesada 
por la daga expuesta a los vientos del norte
calla vuestros nombres, de los que partisteis,
y del número de habitación donde la nieve
cae, avizor, mientras duermo o pienso
en el poema.




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