viernes, 1 de junio de 2018




el jilguero colorín
que antes de tocar la rama
la rama mueve. Ser como esa rama.
Esa imaginación, o esa desventura.

A menudo los niños 
que aprendiendo a mirar están 
no saben cómo de tanta paz tanto alboroto, 
pero comprenden que si eso es la poesía,
entonces ellos jamás serán el poeta.

Dejarlo todo en manos de ese instante, 
de ese lenguaje que, aunque tan fácil parece,
más hermoso y satisfactorio será detenerse 
observar el ejercicio de lo hermoso.

Y la felicidad también se parecerá a eso: 
aprender el silencio de la comtemplación.
Decir jilguero con las manos limpias
de avaricia y luego derrota.




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